DESPERTAR DE UNA PASANTIA

Adicto es el que no puede expresar con palabras lo que le pasa.
PRIMER ACTO
Comunidad Terapéutica… donde Ituzaingó –bautizado en origen “el verde” se funde con idéntico color en el Gorki Grana.
Con mi colega Esteban Prego participamos de la admisión de Daniel.

-¿Cómo llegaste a la comunidad?
-“Estuve en 2 lugares parecidos pero abandoné. Ahora estoy sin consumir hace un mes. Empecé a los 11 con pasta base y ahora de todo. Me quiero rescatar por mi familia (esposa e hijo) porque mi papá y mi mamá ya me criaron a mi… ya están hechos”.
Las normas acá son:
Nada de sexo
Nada de violencia
Nada de droga
Nada de robar.
-Te vamos a asignar un “hijo menor” y te tenés que cortar el pelo
-Pero lo tengo re-corto.
-Te tenés que cortar la colita.
-Dame unos días hasta la primera visita.
-Tenés 3 días para cortártelo.

Los aromas se mezclan en la casa grande convertida en hogar y así la lavandina alterna con el olor a pan casero y lo que la brisa trae del parque generoso.
En uno de los pasillos nos encontramos con Cristina que ya graduada vuelve a la casa para terminar 9º grado y de paso para dar testimonio de que “se puede”.
-“Carlos, ¿puedo pasar?” pregunta uno de los chicos a otro, encargado de la Casa Roja separada apenas por una arcada.
Normas. Reglas. Códigos de convivencia. Lo que no tuvieron antes en tiempo y forma.
-¡Gustavo! Mirá que a las 11 me lo llevo a Diego al médico… buscate un relevo para la cocina… Mirá que hoy tenemos pastel de papas –le avisa un operador al coordinador.

Aprovechamos para llegarnos a la cocina en medio de otra batalla: ollas, fuentes, hornallas gigantescas… lo necesario para las 40 almas que se convertirán en vísceras reclamantes aproximadamente a las 12.30 mientras comprobamos que la brisa que entra por el parque es desplazada por el aroma mucho más tangible y penetrante del famoso pastel de papas de Alberto.
Hernán ya volvió de entrenar en el Deportivo Morón (una de las franquicias conseguidas después de los avances en el tratamiento). Prolijamente le va mostrando los boletos de colectivo al operador (¡A ver si usted no haría lo mismo con alguno de sus hijos cuando los ve en problemas!)

“ESTOY AQUÍ PORQUE NO ENCUENTRO REFUGIO DE MI MISMO. HASTA QUE NO ME CONFRONTE EN LOS CORAZONES Y EN LOS OJOS DE LOS DEMÁS… ESTARÉ CORRIENDO…

Así comienza el texto que cada uno a su turno va leyendo todas las noches en un ámbito denominado “Filosofía”. A las 11 a dormir.
Cuando un residente está teniendo muchos prob lemas con el resto se le sugiere un período de “reflexión” durante el cual deberá comunicarse únicamente con los operadores y ante todo dedicarse a repensar su actitud.
Es el caso de Guille, un chico de 15 años cuyo aspecto parece revelar que está enojado con el mundo… motivos tiene de sobra: “Papá es dealer y a mi mamá no la conozco. Vivo con un tío en un rancho sobre un terreno usurpado, pero dentro de poco voy a poder armar el mío en una tierra que me hice en González Catán”.

HASTA QUE NO ESFUERCE A MI PROJIMO A CONOCER MIS SECRETOS NO ESTARE A SALVO DE ELLOS, continúa Silvia leyendo la Filosofía, mientras se le caen las lágrimas… no es para menos… Ella –nos contó esa mañana- quiere ser psicóloga y más adelante fabricar ropa y tener su propia marca cuando termine su tratamiento. Llegó a la comunidad pelada (en el más completo sentido de la palabra). De su familia casi no habla pero reconoce que ya estaba consumiendo “cualquier cosa” y que vivía “en otra” todo el tiempo. Cuando comenzamos esta experiencia había tenido una crisis de angustia: dos días antes de su cumpleaños, un día después que la madre le avisó que no iba a poder venir de Mar del Plata a la visita.

O.D.C. son las iniciales de Orden De la Casa y está todo dicho. Los residentes lo van incorporando desde el primer día en la comunidad e incluye toda la casa donde por supuesto no se contrata personal auxiliar rentado para estos menesteres. Es fácil adivinar que la mayoría de estos pibes y pibas aprendió a hacerse la cama, a lavarse la ropa o a cocinar en la comunidad donde (tal vez no lo dije) no hay otra posibilidad que hacerse cargo de los menesteres.

SI NO PERMITO QUE ME CONOZCAN NO ME PUEDO CONOCER YO NI A NADIE MÁS. ESTARÉ SOLO…

-¿Por qué hablás tan bajo, Leti?
-Porque tengo poca capacidad pulmonar… es que de bebé no lloraba… desde las 10 hasta las 11 de la noche que llegaba mi papá de trabajar, me apoyaba en su regazo y ahí me calmaba y dormía.
Leti, 35 años, 6 hijos. “Antes” trabajaba de enfermera, más aún, la llama “su profesión”.
Hora del almuerzo, anuncia Alberto y ya comenzamos a paladear, precedido por su aroma, el sabor de uno de sus famosos platos.
Un grupo para nada improvisado de jóvenes comienza a ponerse en acción, cada cual con su función y su tiempo para servir 40 porciones que aseguran el sustento y sorprenden por su variedad (esto lo comprobamos a lo largo de decenas de horas de prácticas clínicas interrumpidas por las dosis necesarias de sueño, trabajo periodístico y vida familiar que duró la experiencia.

Cada uno de los residentes confirma inevitables ausencias: familia, referentes de valores y un Estado que cuando está no alcanza y atrasa décadas rozando el más cruento de los abandonos.

¿Dónde, SINO EN ESTE LUGAR DONDE ESTAMOS TODOS EN LO MISMO, PUEDO ENCONTRAR UN ESPEJO? Sigue leyendo Luis…

Tal vez como después de ver una película en el cine (con Esteban conocimos la Edad de Oro de los cines de Lavalle y su sucursal el Gran Ituzaingó… el café se hace imperioso, indispensable para rearmar nuestros pedazos y convertirnos otra vez en periodistas.
-¡Uauuuuuuuu! –casi exclamamos a coro al salir.
-¡Qué trabajo artesanal que hacen acá dentro, flaco!
-¡Sin duda! ¿No te parecen un poco duros algunos de los operadores?
-…y… ellos son los que tienen que imponer los límites que no supieron establecer en los hogares de estos pibes…
-pero a lo mejor podrían habernos dejado compartir el mate con ellos mientras estábamos reunidos… ¿no te parece?
-¡No, Dani! Ellos están para bajarles las pautas… y eso también es una forma de demostrar cariño… Pero si querés la seguimos la próxima… estoy rendido.

24 horas de recreo entre jornada y jornada de las prácticas en la comunidad no alcanzan.
Tal vez para mi el eje rondó el tema de la terrible responsabilidad de los operadores terapéuticos. No visto desde los pibes que a lo mejor abandonen el tratamiento (recordemos que las comunidades son de puertas abiertas y tienen alta rotación)… sino por aprovechar las pocas oportunidades que hay de llegarles a los que muy a lo mejor puedan recuperarse.
Aunque parezca menos duro poner límites cuando no hay vínculo de sangre los pibes se encuentran embretados entre la Comunidad donde se los ponen por primera vez y la calle y su familia, lugares adonde la mayoría no quiere volver.
¿Qué opción elegirán estos chicos? Demos paso al
SEGUNDO ACTO
Leticia va a salir el finde para estar en el cumpleaños de 15 de su hija. No ubicamos las palabras (NO LAS HAY) para mostrar el entusiasmo, la inmensa alegría que le recorre todo su ser cuando nos cuenta “ya dejé mi compromiso por escrito”.
Ignorante pregunto: -“¿compromiso de qué?”
“Compromiso de ir concentrada únicamente en el cumple de Mariela sin apartarme del camino”.
Recuerdo las recomendaciones de Yepeto a Pinocho.
La interrumpo en un intento de hacerle saber que entendía:
-Claro… la calle… las tentaciones…
Fallé otra vez.
-“No! Mi problema no está en la calle, sino en mi trabajo… allí entre 4 paredes están todas las oportunidades de romper mi tratamiento”. Mariela es enfermera y trabaja en una clínica administrándole remedios (a los demás).
Difícilmente vuelva a poder trabajar en lo mismo… aunque como es su única profesión y tiene 6 hijos ¿quién se ocupa de lo suyo mientras ella estudia otra cosa?

4 días después Daniel dejó el tratamiento y en consecuencia la Comunidad. Esteban arriesgó:
-“Tal vez este chico vino a la comunidad para recuperar a su esposa pero alguien que viene a tratarse de verdad, no se queja por tener que cortarse el pelo”.
Un operador terapéutico lo define bien al hablar con uno de los chicos más rebeldes:
-“Vos estás acá porque chocaste muchas veces, volcaste y tu auto está destruido… ahora dejanos el volante a nosotros… hasta que recompongas todos los pedazos”.
A lo mejor así se entiende que según mi óptica (desde afuera) falte a veces un abrazo, una demostración de cariño… Raúl se emociona al respondernos:
“-Acá el trabajo no se usa como castigo… los mandamos a pensar (período de reflexión)… y la verdad que a veces les daría un abrazo pero no es el momento… después, lo busco:
-“¿Hace falta que te pongas así… si queremos estar todos bien… y ahí viene la contención y el abrazo”.
En La Casa el trabajo se usa como premio otorgándoles más responsabilidades.
A esta altura media docena de residentes se nos había acercado a charlar. Festejando el avance, mi colega Esteban trataba de explicarlo:
-“Es que para estos chicos nosotros somos el recreo”, el afuera, sin dramas, ni tratamientos en común.

El partido de fútbol acentuó este acercamiento y si bien dos periodistas no son una gran hinchada, los vimos alentados, descargando tensiones… alguno dibujando notables gambetas en el polvo del Gorki Grana… pero la clavada de Gonzi al ángulo derecho fue memorable y así lo festejó más allá de los 90 minutos. ¿El cuerpo técnico?: los operadores terapéuticos de la Comunidad.

Jorge, 20 años, residente hace 2 del Grupo Amarillo sale los domingos a su casa… papá… mamá… hermanitos.
-“A veces veo cosas que no me gustan, que tienen que ver con mi pasado enfermo. Cuando vuelvo el lunes a la comunidad lo trabajamos”.
Jorge está terminando la escuela en Castelar. Su padre, chapista, la madre portera de un colegio. Hasta los 14 años todo bien, después agarró la calle durante un año. Los padres le hablaban pero él no le daba bola. Hasta que tuvo dificultades con la Justicia y dentro de la Casa se chocó con la realidad.

Aníbal pinta la pileta de la Comunidad porque tuvo que cumplir con 60 horas de probation y él pidió hacerlas ahí adentro. Lijado, pintado… Cuando estaba en la última mano el pronóstico sentenció lluvia, pero Aníbal no arruga, sabiendo que San Pedro está de su lado.

Y llegó el momento. Nos permiten formar parte de una asamblea en la casa entre el staff y los chicos.
S: -“¿Qué te pasa, Claudio?
-Nada.
S: -“Tu cara dice otra cosa… y tu actitud también”.
-…
S: -“¿Querés que hablemos de lo que te pasa?
-Me da lo mismo (se encoge de hombros con tono hostil).
S: -“¿Querés participar del grupo?
-…
S: -“Claudio! Girá tu silla y volvé a sentarte.
Claudio acata la orden.
S: -“¿Se ve mejor desde ahí?
Nos quedamos todos en círculo él el único mirando hacia fuera.
Una hora después se desarmó el grupo. Claudio seguía en su posición. Un rato después de la merienda dos operadores tuvieron una charla con él para destrabar su postura.
Claudio es el nombre que le dimos para proteger su identidad ahora que tal vez sea tarde, pero de su vida ¿quién lo protegió?
Hijo adoptivo, se enteró de este “detalle” mientras estaba en tratamiento en la anterior comunidad. Conflicto con la ley penal, vivía en situación de calle en el baño de un club antes de llegar a la Comunidad. Este mismo Claudio era el que “se dejó poner en penitencia” por una falta de respeto hacia la Comunidad. ¿Este es el mismo Claudio?
S: (en general para todos): “¿A ustedes les gustaría que sus hijos se metieran un pucho en la boca mientras gatean en el parque? Porque nosotros (el staff) terminamos el horario y nos vamos a nuestras casas, pero ustedes viven acá”.
SILENCIO


NO ESTÁS SOLO. ESTAMOS NOSOTROS PARA AYUDARTE. NOSOTROS ESTAMOS CONTENTOS CON TUS MEJORAS, PERO TENÉS QUE HABLAR MÁS DE LO QUE TE PASA. SI NO HABLÁS, TE DROGÁS.

La actividad en el grupo fue intensa y productiva: se movilizaron muchas situaciones y los residentes pudieron poner en palabras algo de lo que les pasa. Esa confrontación pudo ser orientada y vehiculizada por el staff evitando que las diferencias y conflictos entre los chicos entorpecieran la convivencia.

¿Conoce usted muchas casas con familias “bien constituidas” donde cada vez que aparezcan malestares entre sus integrantes haya alguna jerarquía que coordine y contenga para que lo que molesta sea puesto en palabras? Y otra pregunta más:
¿Se imagina usted un ámbito en el que un chico que estuvo un par de años viviendo en la calle sea puesto a reflexionar por no cumplir con algunas de las normas de su comunidad?

24 horas después de la Asamblea, Claudio fue destinado a la cocina (más responsabilidad). Cuando entramos llevaba una sonrisa de oreja a oreja.

18 días, 12 horas, 20 minutos después de su ingreso Gonzi abandonó la casa.
4, 5, 6 (las lágrimas me impiden discernir cuántos) son los chicos que expresan con palabras (tan valiosas en boca de quienes están en tratamiento por no poder usarlas cuando hace falta expresar algo importante) a lo mejor no elegidas para despedir a los periodistas que compartieron la experiencia.
Tendría sentido transcribirlas PERO NO.
Un periodista procesa millones de palabras (muchas, pero muchas veces, sin contenido alguno) como para no saber que éstas deben ser guardadas y atesoradas.
Seguramente a algunos de estos chicos no los volveremos a ver.
Valga entonces esta vivencia para rendir homenaje a la eterna experiencia del vivir pariéndonos cada día como seres únicos, irrepetibles, falibles, con libertad de optar entre lo que nos hace bien y lo que sabemos va a hacernos mal, y sin embargo ELEGIMOS.

Daniel Jorge Galst, Ituzaingó, 2009